El intercambio de bienes y servicios, a través de plataformas digitales, empieza a revolucionar el mercado nacional.
Jaime Carlos Vaca Guzmán Mejía / Bolivia
06.04.2020
Hoy en día, en nuestro país, la compra y venta digital, ya sea mediante Facebook o tiendas virtuales, es una tendencia que parece no parar —incluso frente al lento crecimiento de la economía—. Entonces, ¿estamos listos para establecer esta “evolución digital” en nuestro tan complejo contexto boliviano?
Ciertamente, las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) han ampliado las posibilidades de comercialización de bienes y servicios en Bolivia, gracias a la interacción directa con los seguidores, principalmente. Sin embargo, muchos emprendedores aún no aprovechan las TIC.
Una ventaja muy destacable es la agilidad de procesos. Pues, actualmente, la banca y empresas telefónicas son grandes ejemplos del buen funcionamiento que pueden tener los pagos, transferencias o compras online. Aunque, por otra parte, las medianas y pequeñas empresas aún están lejos de esa realidad, pero bien caminadas; a pesar de que quizás la mayoría de los lectores crea que Bolivia está muy lejos de tener un Amazon propio, cada día los comerciantes incrementan “más toques” de digitalización en sus procesos.
Por ello, es común ver, por mencionar ejemplos, que tanto institutos de idiomas, como “caseritas” de ropa utilizan las redes sociales, particularmente Facebook, con estrategias de social media marketing sencillas, para atraer a más interesados en sus productos y servicios. Con menos frecuencia, los denominados “mercados de pulgas” se han mudado a grupos de Facebook, en los cuales se ofertan productos seminuevos o usados, para luego realizar entregas en las ciudades o realizar envíos.
En este punto, es fundamental señalar que deben existir políticas para formalizar el comercio digital en nuestro país. Entonces, habrá que poner muchas preguntas sobre la mesa, para el diálogo social: ¿Cómo establecer las empresas/tiendas virtuales? ¿Qué control deberían tener? ¿Cuáles serán sus responsabilidades y obligaciones?
La tendencia mundial es clara: educación a distancia, bancos sin oficinas, trámites gubernamentales desde la casa, compras con un click o periódicos sin papel son una realidad. Para que nuestro país forme parte de esta corriente no solo necesita conexión a internet o wifi gratis en centros públicos, colegios y universidades, sino también necesita laboratorios de enseñanza, para que nuestra gente pueda utilizar de forma correcta las TIC. Los beneficios de invertir en TIC, y todo lo que conlleva, serán no únicamente para los empresarios citadinos, sino para los productores campesinos que quieren hacer más conocidos sus productos, como café o cacao.
De momento, existen barreras a superar. Para empezar, la sociedad boliviana no se fía de comprar a un desconocido en Facebook y esperar a que su pedido llegue a su casa, así como no se fía de poner los datos de su tarjeta, con los ahorros de su vida, en un portal web de una empresa. Entonces, se denota que hay una necesidad creciente para impulsar políticas, con el fin de establecer las tiendas digitales, bajo un sistema eficiente y seguro.
Por otra parte, la cobertura de internet en el país, debe mejorar y llegar a las comunidades más alejadas. Asimismo, es necesario promover la educación digital; campañas informativas, de prevención, etc.
Al ser una nueva forma de comercio y un nuevo tipo de interacción digital deben evitarse los “papeleos”, típicos de nuestro país, para dinamizar la entrada de nuevas empresas al comercio electrónico.
Bolivia esta lista para vivir el comercio electrónico. De hecho, ya lo esta haciendo, sin embargo, todavía no se permite a si misma explotar todo el potencial que guardan en su gente emprendedora. En síntesis, el país debe aceptar la “evolución digital” y adaptarla a nuestro contexto, para impulsar la diversificación económica y el bienestar de las familias.
Jaime Carlos Vaca Guzmán Mejía es ingeniero comercial, consultor especializado en marketing e investigador del CIED-Latinoamérica.
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