top of page

Internacionalización del Cine Indígena de Colombia: Una estrategia política para su visibilización

Damaris Paola Rozo López

22 FEB 2019


La apropiación indígena de los productos audiovisuales en América Latina inició en 1980 como forma de resistencia de aquellos imaginarios que se hacen desde la visión occidental sobre lo indígena. Igualmente, el cine significó, desde sus inicios, un proceso de reconstrucción de significado a partir de las necesidades que distintas culturas indígenas en Latinoamérica tenían en relación a lo cultural, estético, económico, social y político (Mateus, 2012). En este sentido, el indígena contemporáneo se apropia del audiovisual y subvierte tanto los usos como las prácticas de los productos cinematográficos producidos en occidente. Desde esta perspectiva, el presente artículo tiene como propósito estudiar porqué el proceso de internacionalización del cine indígena ha sido tan relevante para las poblaciones indígenas de Colombia. Por lo que se argumenta que la internacionalización del cine indígena de Colombia ha sido un proceso paulatino y necesario, que pretende ejercer presión sobre el Estado y la sociedad colombiana para visibilizar y reconocer las reivindicaciones indígenas. Para desarrollar la anterior afirmación, se hará una breve contextualización sobre los avances y dificultades del apoyo al cine indígena en Colombia. Más adelante, se estudiará, desde una perspectiva comparada, el apoyo al cine indígena en algunos de los países de América Latina y Colombia. Finalmente, se mencionarán dos posibles alternativas de trabajo para apoyar la labor que han hecho los indígenas en estos últimos años.

Retrato de mujeres indígenas bolivianas / Foto: Tardío & von Torris

A partir de la Constitución de 1991, los pueblos indígenas de Colombia ampliaron sus formas de lucha y resistencia. En este nuevo escenario el derecho a la autonomía y apropiación de las comunicaciones por parte de las poblaciones indígenas toma un papel central (Calderón, 2012). Para 1996 el Estado colombiano, por medio de la Ley 335, se compromete a garantizar el acceso al uso de las telecomunicaciones y medios masivos de comunicación de los grupos étnicos. Esto se presenta en el parágrafo 20 del artículo 19 de esta ley cuando se afirma que:


"El Estado garantizará a los grupos étnicos el acceso permanente el uso del Espectro Electromagnético y a los servicios públicos de Telecomunicaciones y medios Masivos de Comunicación del Estado, la creación de sus propios medios de comunicación en sus diferentes modalidades y la realización del Plan de Desarrollo para los grupos étnicos, con criterio de equidad, reconocimiento de la diferenciación positiva, la igualdad de oportunidades y justicia distributiva acorde a la Legislación de las Comunidades, con el objeto de garantizar sus derechos étnicos, culturales y su desarrollo integral (pág. 27)"


A pesar de que esta norma fue aprobada en 1996, los avances que se han hecho al respecto son limitados y efímeros. Solo hasta el año 2003 se desarrolló un plan piloto de televisión étnica en la Sierra Nevada de Santa Marta conocido como Kankuama TV. Y recientemente, los Ministerios de Comunicaciones y Cultura iniciaron un proyecto de fortalecimiento de la creación y comunicación de los pueblos indígenas en los que, en el marco de TV Étnica, se fomentó la participación de grupos étnicos en la producción de televisión comunitaria, local y regional (Calderón, 2012). No obstante, a pesar de que haya una creciente e independiente producción audiovisual por parte de los pueblos indígenas, ésta ha tenido poca cabida en la televisión nacional –pública y privada-, es casi nula en los cinematógrafos y poco relevante para la historiografía del cine colombiano. Esto indica que la falta de apoyo a la producción audiovisual no solo se da por parte del Estado, sino también por parte de académicos, cineastas e instituciones académicas del país (colegios, universidades, redes nacionales y hacedores de política pública).

Kankuama TV / Foto: La iniciativa de comunicación

Si bien, es innegable que el Estado colombiano ha dado pequeños pasos para promover el cine indígena en algunas partes del país, también es notorio que estos han sido insuficientes y hasta contraproducentes en la promoción del cine indígena en comparación con otros países latinoamericanos. Es, en gran medida, a causa de esto que el escenario internacional ha sido un espacio fundamental para las poblaciones indígenas colombianas. Pues es desde allí que el cine y video de los pueblos originarios ha podido visibilizar sus experiencias en distintos contextos políticos y sociales. Uno de los primeros espacios de reflexión al respecto fue el Festival de Cine y Video en Quito, que tuvo lugar en las Primeras Nacionales de Abya-Yala[1] en 1994. Las poblaciones indígenas de Colombia formaron parte de este festival latinoamericano que le apuntaba a la necesidad de la auto-representación y al derecho de las comunidades indígenas de crear y recrear su propia identidad. Desde esta red global los pueblos indígenas de América Latina declararon lo siguiente:


"proclamamos nuestro derecho a la creación y recreación de nuestra propia imagen. Reivindicamos nuestro derecho al acceso y apropiación de las nuevas tecnologías audiovisuales. Exigimos respeto por nuestras culturas (que comprenden tanto la cultura espiritual como lo material). En tanto somos pueblos recíprocos, exigimos que las imágenes que sean captadas en nuestras comunidades, regresen a éstas. Necesitamos organizar la producción propia de videos y masificarla, construir redes efectivas de intercambio, solidarias y mancomunadas; necesitamos promover la diversidad de géneros y formatos, facilitando la apertura a la creatividad, reconociendo todas las potencialidades de nuestras formas ancestrales de auto-representación (Calderón, 2012, p. 12)"


Con esta declaración las poblaciones indígenas de América Latina empezaron a abrir caminos, con el fin de poder resistir y visibilizar sus experiencias y pensamientos desde la producción audiovisual.


Desde entonces las movilizaciones en red para el desarrollo del cine indígena han sido fuertemente promovidas por países como México, Bolivia y Brasil, lo que los ha convertido en referentes de producción, difusión e investigación sobre la comunicación indígena. También países como Chile, Argentina, Ecuador, Guatemala, Honduras y Estados Unidos han desarrollado proyectos de producción audiovisual indígena para fomentar espacios de diálogo y reconocimiento de los saberes-otros. A su vez, estos espacios “han ensanchado los escenarios para el intercambio y el reconocimiento de la mirada y de los derechos de estos pueblos” (Calderón, 2012, p, 27). Cabe resaltar que estos países han creado experiencias de formación y creación audiovisual apoyadas por el Centro de Cine y Video del Indio Americano del Instituto Smithsoniano en EE.UU, la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLACPI), el Centro de Formación y Realización Cinematográfica (CEFREC) de Bolivia, el Proyecto de Videastas Indígenas de la Frontera Sur en México, el Video en las Aldeas de Brasil y Wapikoni Mobile en Canadá (Wilson y Stewart, 2008). Lo anterior nos muestra que a pesar de que Colombia tiene más de 87 pueblos indígenas en su territorio (Censo, 2005), el país no es uno de los más activos en procesos de investigación sobre la comunicación y cinematografía indígena.


Por su parte, los pueblos indígenas de Colombia han tenido que autofinanciar sus proyectos audiovisuales por falta de apoyo estatal, lo que ha dificultado una participación más activa y contundente de estos en escenarios internacionales. A pesar de ello, se han logrado posicionar 16 grupos de trabajo audiovisual indígena[2]. Esto ha permitido que en los último años obras indígenas colombianas sean invitadas para participar en espacio como: Festival Anaconda: la imagen de todos los pueblos (cine indígena y afrodescendiente de la Amazonía, el Chaco y los Bosques Tropicales de América Latina); Montreal First Peoples Festival e Imagine Native Film and Media Arts Festival de Toronto (Canadá); Native American Film and Video Festival (Estados Unidos); Festival Internacional de Cine y Video de los Pueblos Indígenas (Bolivia, Colombia); Encuentro de Cine Suramericano de Marsella (Francia); Festival de Cine Latinoamericano de Sidney (Australia); Festival Internacional de Cine de Monterrey (México); el Festival de Cine Latinoamericano y Caribeño Margarita (Venezuela), entre otros (Calderón, 2012). Con estas participaciones y una ola de nuevas reflexiones relacionadas a lo indígena en Colombia se ha despertado un interés, por parte de los académicos de algunas carreras del país, en investigar y promover el apoyo a las distintas formas de reivindicación de las poblaciones indígenas nacionales, entre otras la producción audiovisual indígena. No obstante, estos intereses siguen siendo insipientes y limitados en Colombia, por lo que las poblaciones indígenas continúan haciendo un esfuerzo de forma independiente.


En conclusión, la reciente participación indígena en eventos internacionales relativos a la producción audiovisual ha tenido un efecto bumerán en Colombia, ya que ha movido ciertas sensibilidades desde el plano internacional al nacional. Sin embargo, estos pequeños despertares aún son insuficientes para el objetivo final de la internacionalización del cine indígena de Colombia: la visibilización de las experiencias, sentires y pensamientos indígenas a lo largo y ancho del país. Desde este panorama, es relevante activar las alarmas en Colombia y trabajar de la mano con los hacedores de política pública y el Ministerio de Cultura en la generación de proyectos que apoyen, financien y promuevan el cine indígena en Colombia. Así como también es importante promover semilleros nacionales que se encarguen de documentar y analizar los procesos, estrategias y herramientas de reivindicación de nuestras poblaciones indígenas. Más en el contexto político actual en el que parece haber una renovación discursiva a la defensa de la lucha contra el terrorismo, coyuntura que afecta fuertemente a las zonas rurales del país en las que se encuentran la mayoría de las comunidades indígenas de Colombia, las cuales han sido históricamente afectadas por la Violencia y el conflicto armado interno.


Notas al pie

[1] Abya Yala proviene de la lengua Kuna y es usado en contextos de política indígena para designar al continente americano.

[2] Tejido de Comunicación de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, ACIN (pueblo Nasa). Colectivo Zhigoneshi de la Organización Gonawindúa Tayrona de la Sierra Nevada de Santa Marta (pueblos Wiwa, Kogui y Arhuaco). Fundación Cineminga (pueblo Nasa). Fuerza de Mujeres Wayúu (pueblo Wayúu). Organización Indígena Yanama (pueblo Wayúu). Organización Indígena de Antioquia (pueblos Embera, Kuna Tule y Senú). Fundación Nasa Wala (pueblo Nasa). Colectivo de Comunicaciones del Territorio Tamabioy (pueblos Kamentsá e Inga). Programa de Comunicaciones del pueblo Misak (pueblo Misak). Kankuama TV (pueblo Kankuamo). Producciones Tawa Inti Suyu (pueblo Cofán). Colectivo de Comunicación del Territorio Quillasinga (pueblo Quillasinga). Nuevos Decimeros (pueblo Senú). Grupo de realizadores del Pirá-Paraná (pueblos Makuna, Barasana, Tatuyo). Grupo de Benhur Teteye (pueblos Bora y Huitoto).


Referencias

Calderón, P. (2012). Más allá de la imagen: aproximaciones para un estudio del video indígena en Colombia. Recuperado de: https://www.cinematecadistrital.gov.co/sites/default/files/mediateca/No.%2017B%20-%202012%20-%20Cine%20y%20video%20indigena%20del%20descubrimiento%20al%20autodescubrimiento.pdf

DANE. (2005). Censo general 2005. Recuperado de: https://www.dane.gov.co/files/censos/libroCenso2005nacional.pdf

MINTIC. (1996). Ley 335 de 1996. Recuperado de: https://www.mintic.gov.co/portal/604/articles-3672_documento.pdf

Wilson, P y Stewart, M (eds.). (2008). Global Indigenous Media. Cultures, Poetics and Politics. Durham y London: Duke University Press.


Damaris Paola Rozo López es politóloga de la Universidad de los Andes y Estudiante en las Maestrías de Construcción de Paz de la Facultad de Ciencias Sociales y de Derecho Internacional de la Facultad de Derecho de la misma universidad. Además, trabaja como investigadora en el Programa de Investigación de Política Exterior Colombiana (PIPEC) y en el Centro de Estudios de la Orinoquia (CEO) de la Universidad de los Andes. Asimismo, trabaja como asistente de docencia del Centro de Español de esta universidad.

448 visualizaciones0 comentarios

Comentários


bottom of page